El IV Reich

El Comienzo

A principios del Siglo pasado, precisamente el 30 de Junio de 1908, en la Siberia rusa se produjo un hecho inexplicable aún en nuestros días, conocido como el “fenómeno” o “el suceso cósmico” de Tunguska, allí una extraña explosión  de 50 megatones, desbastó un área de 200.000 hectáreas. Nunca nadie ha podido explicar lo que sucedió, aunque como se puede ver en el blog “Tunguska, el día que comenzó El Apocalipsis” fue un pulso de energía codificada que instauró un nuevo orden mundial.
Desde ese momento parte de las fuerzas transpuestas se ocuparían de tratar de eliminar al antiguo pueblo de Dios y exterminar cualquier rastro de sus enemigos, aquellos que siguieran el legado milenario de Jesús.

Satanás, en persona, uso a Adolf Hitler un ser que permitió ser poseído, para eliminar el pueblo de Israel, que sin patria estaba disgregado por el mundo, seis millones de seres humanos fueron exterminados.  Sus grupos étnicos pertenecían a las doce tribus de Israel.

El pensamiento esotérico del führer, fue plasmado en su plana mayor, y contagiado al tercer reich, la divinización de Hitler de la cual Goebbels fue el artífice, llevo al movimiento a la búsqueda incesante de las reliquias sagradas que le darían el poder total.
Una de estas, llegó a la Argentina de manos del propio führer, y de quien fuera su mano derecha: Joseph Goebbels, quien apareció en la escena política argentina bajo el nombre de Ronald Richter, algo mas joven tras una perfecta cirugía, extremadamente culto, pero con un desconocimiento absoluto de la física atómica, tal como lo describiría  José Antonio Balseiro en su informe sobre el proyecto Huemul en 1952 “A esto debo añadir que en conversaciones mantenidas con el Dr. Richter sobre diversos temas de física ha mostrado, o un desconocimiento sorprendente en una persona que emprende una tarea de tal magnitud, o ideas muy personales sobre hechos y fenómenos bien fundados y conocidos

Perón, Hitler y el cuarto reich

Su vida, había estado cargada de premoniciones que solo sus muy íntimos conocían. Este joven oficial apodado: “el general” por sus compañeros de liceo, creía ser un elegido… Lo fue?

A poco tiempo de llegar a ese prestigioso centro de estudios, los círculos mas conspicuos de la escuela militar se interesaron en él. En forma inmediata. Fue captado por la logia masónica más importante de este continente, la misma de la que formó parte el General José de San Martín, y tantos otros patriotas de toda la historia Argentina.  Así, poco a poco fue embebiendo su pensamiento de las ideas políticas europeas de la post-guerra de 1914.
El sabe que este pensamiento deberá imperar en el mundo. Con el tiempo su admiración por el Duce y su férrea voluntad militar le lleva a Italia como agregado militar de la embajada Argentina, lo que le permite estudiar métodos de guerra en la alta montaña, esta es la única forma de estar junto al pensamiento que había descubierto y que pensaba de alguna forma instaurar como sistema de gobierno en Argentina. Su objetivo principal en Europa, era vivir no una hipótesis de conflicto, sino el conflicto en sí, y ver como el modelo nacional-socialista se comportaba en esta condición.En ese momento (1939) Italia, mediante la firma del llamado “Pacto de acero” culminaba su integración al eje Roma-Berlín, que había comenzado en 1936, y, que ahora el Duce Mussolini consolidaba, aceptando la legislación antisemita y la invasión de Albania.
En el verano de 1940, Hitler dominaba Europa desde el noruego cabo Norte hasta los Pirineos. Su único enemigo activo, Gran Bretaña, proseguía su lucha.  Hitler en una reacción comparable a la de un animal salvaje en pelea, volvió su vista a la Unión Soviética.  Su primer paso fue conquistar la península Balcánica para proteger este flanco. La invasión de la URSS, que comenzó en junio de 1941, no tardó en llevar a los ejércitos alemanes a las puertas de Moscú pero los rusos les obligaron a retroceder en diciembre, precisamente, cuando Estados Unidos decidió intervenir en el conflicto. Fue en ese momento cuando Hitler se dio cuenta de que la guerra estaba perdida desde el punto de vista militar, pero decidió continuar con la esperanza de que, alguna nueva arma invencible, alguna maniobra política milagrosa, o, más precisamente, la intervención de poderes sobrenaturales, pudieran salvar la situación.
Perón regreso a la Argentina en 1941, en ese momento, parte del mundo comenzaba a arrodillarse ante un nuevo poder: el nazismo. Las juventudes hitlerianas con su simbólica svástica y las camisas negras del fascismo se replicaban en todas las naciones, y, Argentina no era la excepción. En los círculos políticos y militares de élite el pensamiento preeminente era precisamente este.
Perón se convierte en el aliado latinoamericano del nacionalsocialismo europeo, pero era necesario que se mantuviese “neutral” hasta el momento de tomar el poder y crear el cuarto reich. Mientras que en Europa, Hitler se debatía en una cada vez mas adversa situación, necesitaba que su aliado argentino, que le había sido presentado personalmente por el Duce, preparara el terreno para una virtual “retirada”, y para ello, colaboró activamente enviando a Perón los fondos necesarios para "organizar" el GOU, (Grupo de Oficiales Unidos),  que en junio de 1943, depuso a Ramón Castillo, quien había sucedido imprevistamente a Roberto Ortiz, (ambos simpatizantes y favorecedores de las cuestiones británicas en Argentina) y llevo a la presidencia de la República a Pedro Pablo Ramírez, oficial del Ejercito Argentino, y, teniente primero del Ejercito Alemán;  en febrero de 1944, Ramírez fue sucedido por  Edelmiro J. Farell, también simpatizante y adherente del partido Nazi, quien era observado cuidadosamente por Estados Unidos.

Perón que había ocupado cargos importantes aunó en este momento todos los poderes. Desde su posición al frente del Departamento Nacional de Trabajo (Ministerio de Trabajo y Previsión) había transformado el movimiento sindical, debilitando la influencia de los partidos de izquierdas, para lo que promulgó leyes, reformó las existentes y creó nuevos sindicatos. Con Farell, Perón fue nombrado vicepresidente, además de ministro de la Guerra y de conservar el citado cargo en Trabajo. Este tremendo poder permitió a Perón, en forma personal, autorizar el ingreso  de miles de soldados alemanes, y, en modo secreto y  encubierto, la de decenas de oficiales y jerarcas Nazis.
En uno de los viajes que Perón realizo al norte de Francia en 1943, le invitaron a visitar Boulogne sur Mer en el departamento de Pas de Caláis, lugar en donde el General José de San Martín había expirado. Viajó en principio como el mero interés de visitar nuevamente la vieja casona, pero cuando llegó fue trasladado hasta la base de submarinos, en donde los U-boats eran reabastecidos. En esta base estaban repostando al “fantasma” uno de los tres submarinos conceptualmente distintos, que habían sido fabricados a pedido exclusivo del führer. Fueron concebidos para transportar un número reducido de pasajeros y una cantidad importante de carga general, y a no ser una vulgar ametralladora en la torre, carecía de armamento. La gran diferencia consistía que una vez que tocaba una playa podía desarticularse y desplazarse sobre terreno firme como un anfibio de gran capacidad de carga hasta 200 Km. de distancia.
En su interior Perón pudo observar un compartimiento no muy grande pero custodiado celosamente; allí reposaba el tesoro del Tercer Reich. En sus dos U-boats gemelos también se guardaban preciosas obras de arte, joyas y documentos de valor incalculable. Pero en este submarino, solo este compartimiento llevaba algo de valor  increíble. El personaje encargado de presentarle a Perón esta maravilla, abrió una hermética puerta. En el interior cuatro hombres encapuchados se mecían rítmicamente murmurando muy bajo. Detrás de ellos una jaula de madera de dos metros dejaba ver en su interior algo que Perón conocía muy bien.  Su anfitrión le hizo llegar los saludos del führer y le entrego una carta de su puño y letra. Perón leyó la pulcra traducción al castellano porteño que estaba en el reverso, miro fijamente a el fiel Heinrich Himmler, jefe de la Schutzstaffel (SS). y le dijo a Himmler en perfecto Alemán: Diga al Fürher que prepararé de inmediato su estancia en nuestro país. Es un honor poder recibirle; y levantando su mano derecha, se cuadro con el tradicional saludo nazi  Heil Hitler!
Corría el año 1944, Perón estaba profundamente convencido de su destino esotérico, y su séquito íntimo estaba formado por personas que le admiraban y creían en él como un semidiós. No fue accidental ó casual que conociera a Eva Duarte. Antonio, hermano de Evita, era un encumbrado pope de una secta masónica Rioplatense. Cuando a Perón le presentaron una artista de segundo plano, Él se maravillo que se llamara Eva. Había ciertas coincidencias, la eligió para que fuese su compañera, aunque esto sería por muy poco tiempo, ya que Evita moriría prematuramente pocos años después; precisamente en 1952; poco antes que Perón comenzase su segundo mandato como presidente.
Evita fue su confidente, y su privilegiada inteligencia le permitió entender al mayor  estadista latinoamericano del siglo pasado. Entendió, no solo la política que pretendía Perón para Latinoamérica sino el destino que tenían en un nuevo orden mundial, pero este destino se veía ahora amenazado por el sionismo internacional, y la izquierda tolstoiana.
Goebbels insistía ya cerca del final de esta pesadilla que el destino cambiaría. “El Fürher, sabe exactamente la hora del cambio.  El destino nos ha enviado a este hombre para que seamos testigos del milagro”.
El 16 de abril de 1945 las tropas rojas de choque de Zhukov, estaban listas para avanzar. Los 20.000 cañones rusos comenzaron a disparar. Los artilleros gritaban para equilibrar la presión de las explosiones; aun así el estruendo les hacia brotar sangre de sus oídos. Había comenzado la caída de Berlín.
El 30 de abril de 1945 en el führerbunker, situado bajo la Cancillería, varios hombres de la división Frundsberg de la SS y un grupo escogido de muchachos de las juventudes hitlerianas, acompañaban a Gröfaz, (apodo del fürher), repitiendo sin cesar: “él nos salvará”. Goebbels aseguraba que “cuando salgamos nosotros, temblará la tierra”, Hitler maldecía a sus generales y asesores a sus ejércitos y a todo el pueblo.  El Tercer Reich alemán se había derrumbado, pero no así la idea del nacionalsocialismo en el orbe.
Adolf Hitler, Eva Braun, un joven integrante de las juventudes hitlerianas, amante del Fürher y protegido de Eva,  junto a Magda y Joseph Goebbels con sus seis hijos, y un pequeño grupo de soldados especialmente entrenados, salieron del führerbunker por un pasaje secreto diseñado por Albert Speer y que al igual que las cámaras de las pirámides egipcias, se inundaban de arena, compartimiento por compartimiento,  con el objeto de impedir cualquier persecución.
En la cancillería el ajustado plan encajaba a la perfección. Un cadáver semicalcinado, encontrado por los pelotones de búsqueda bajo una tenue capa de tierra, y, unas piezas dentales reconocidas por Käthe Heusermann y Fritz Echtmann, los ayudantes de Blaschke (el odontólogo de Hitler) como pertenecientes al Führher fueron los determinantes para elaborar el informe final en el que se hablaba de haber encontrado el cadáver de Adolf Hitler semiquemado, con un tiro en la cabeza y su dentadura al lado. El cadáver de la Braun, nunca fue encontrado, el fuego lo debería haber consumido. Boris Polevoi, Mayor a cargo de un pelotón de reconocimiento ruso, dijo haber hallado los cadáveres de la Familia Goebbels, incluso los de los niños a quien nunca  había visto y los mismos que horas antes habían dicho que iban a salir de Berlín en un largo viaje aéreo.

La farsa creada si bien no era muy consistente, era sobradamente suficiente para los fines perseguidos por las fuerzas soviéticas. Los Rusos dieron por terminada toda búsqueda, Hitler fue incinerado en secreto, fuera de Berlín, y por su puesto en forma unilateral por el Ejercito Ruso. Recién al cabo de dos semanas, cuando todo el mundo sabia que Hitler y sus íntimos se habían suicidado, los prófugos del Reich salieron de la última cámara-refugio a una casona abandonada del sector sudeste de Berlín, y se separaron por grupos. Nadie los podría reconocer, viajaron con identidades y salvoconductos falsos: un ejemplo de esto es que Magda Quandt esposa de Goebbels, lo hizo como una Judía liberada por las tropas aliadas. Llegaron a Jena y de allí reagrupados volaron hasta Innsbruck, de donde partieron hasta el “reducto nacional”. una región que cubría 5.000.000 de hectáreas, de las montañas al sur de Munich, y que los aliados tomaron como una fantasía del nazismo, dando por cierto lo que dijo Kurt Dittmar, oficial de la Wehrmacht, sobre que esto se trataba solo de un mito, de todas formas, allí se albergó la élite del nazismo que huyo usando como cortina la desorganización reinante en esos días de la caída de Berlín.
Este reducto funciono perfectamente albergando y distribuyendo a los oficiales Nazi, a Sudamérica en donde Argentina fue por lo general, el destinatario final.
En Brasil, Getúlio Vargas mantuvo excelentes relaciones con EE.UU. y, como Alemania hostigara a los barcos mercantes brasileros, Vargas declaro la guerra a Alemania en 1942, a lo que Estados Unidos respondió con un amplio programa de expansión industrial tendiente a hacer de Brasil el líder continental y potencial ocupante de Argentina si esta última se alineaba a las potencias del eje.
En Brasil se construyeron y ampliaron las bases navales y los aeródromos sobre el atlántico, así asumió las actividades de patrulla en todo el Atlántico Sur y se convirtió en el principal centro antisubmarino de los aliados. En 1944 y 1945 participo activamente en al campaña de Italia, pero aunque esperaban pescar algo importante, aunque nunca llegaron a hacerlo.
Desde el desembarco en Normandía en Junio de 1944 los U-boats que tenían base semipermanente en Boulogne Sur Mer fueron trasladados a Usedom, y, desde allí a Ushuaia, la Ciudad Argentina más austral del mundo, y por lo tanto una de las más seguras, En Junio de 1946 mientras dos de ellos permanecían ocultos en los acantilados del sur, uno se traslado al Golfo de Venecia, en un operativo relámpago embarcó a un pequeño grupo de pescadores y partió en su ultima misión.

Eva Duarte de Perón, la primera dama Argentina, esposa reciente de quien había dado carta blanca al ingreso irrestricto de nazis al país, nunca pudo olvidar la carta que el General le había mostrado solo a ella, y que estaba firmada por puño y letra del mismísimo führer, “Lo que ves es parte del resultado de nuestra lucha, dentro de la caja se encuentra la reliquia mas amada de nuestro enemigo, en el mas pequeño, el cetro que no podrán volver a usar, poco falta para obtener la espada sajona y el cáliz, ¡todo el poder del mundo en nuestras manos! se que a poco no será, el nuevo milenio será desde tu sur, deberás con fuerza preparar todo, como si fuera mañana mi partida”. Ahora podría develarse toda la incógnita, ella sabia que pronto arribaría a una solitaria playa Argentina, a bordo de un submarino, una carga de incalculable valor, y, junto a ella quien había puesto en jaque a la humanidad de esos años, el personero de Satán sobre la faz de la tierra: Adolfo Hitler.

En Buenos Aires un personaje desconocido, un científico alemán, el físico atómico Dr. Von Ronald Richter, hacía los preparativos con el flamante gobierno  para la instalación de un laboratorio  de máxima seguridad en villa del lago, Córdoba, donde se desarrollaría el primer plan nuclear argentino, Richter conocía a Perón desde mucho tiempo antes de que Kurt Tank se lo presentara,  pero esto era necesario. A poco de comenzar se debió trasladar el lugar de operaciones ya que Villa del Lago no era aceptada por quienes desde la sombra manejaban el proyecto, así fue que se decidió cambiar el lugar de emplazamiento.
El lugar elegido fue la isla Huemul a solo unos kilómetros de San Carlos de Bariloche, allí se comenzó a construir el proyecto más ambicioso del poder político peronista.
Los operativos en Bariloche fueron rápidos y movilizaron gran cantidad de técnicos, y cientos de obreros. Miles de toneladas de cemento desaparecían como tragadas por la tierra, fue tan ávido el consumo de cemento que el país carecía ya de este vital insumo. Por un lado una monstruosa infraestructura de varios edificios esperaba el equipamiento, y por otro, se avanzaba a ritmo infernal sin parar, en lo que sería el bunker del IV Reich: una impresionante fortaleza subterránea de varios niveles.
Precisamente aquí en uno de los sectores más amplios se depositaron la mayoría de las cajas y bultos que encerraban algunas de las más valiosas obras de arte de la destruida Europa,  otro nivel fue ocupado por los resúmenes de los portentos tecnológicos de los cerebros nazi que se proseguirían desde aquí, y en el más profundo recinto, una gran cueva en la roca, donde solo podía entrar el Dr. Richter, y los que le acompañaban guardaba solo dos cajones.
La guardia de este lugar estaba a cargo del Ejercito Argentino, con la particularidad que todos hablaban Alemán.
El personal empleado (todos los que trabajaban en el interior de “la mina” como le llamaban) eran una mezcla de presidiarios y hombres incultos que fueron sepultados en un accidente al final del operativo, aunque nunca se supo cuantos fueron ni quienes eran, así, el secreto del plan nuclear no corría peligro.
Al poco tiempo comenzarían a llegar los equipos básicos que permitirían el desarrollo en este país de la primera fusión controlada y de una argentinísima bomba atómica, no americana, la misma que se debería haber montado en un rudimentario engendro volador, superior a todo lo conocido en su época, una original máquina voladora circular de 34 metros de diámetro, una especie de platillo volador que se movía con un motor especial de multireacción. En el caso del prototipo se trataba de un grupo moto propulsor con 49 quemadores que generaba una media esfera de llamas blancas de hidrógeno muy luminosas. Por eso había sido llamada por los pilotos americanos que vieron los experimentos 'fireball' (bola de fuego). No llevaba pilotos, y era un arma de destrucción total.  Despegaba muy rápidamente usando los rudimentos de las V2 y seguía después automáticamente su curso,  dejando a los primitivos aparatos de radar de la época fuera de servicio. Fue lanzada desde Peenemünde, con destino al mar sin ninguna carga, destino final de la tecnología hitleriana.

Un operativo sin igual

La gélida playa chubutense parecía no tener fin, la marea avanzaba cubriéndolo todo, 12 camiones con cuarenta oficiales, los mas leales al general, vestidos de fajina, un Mercedes, dos Plymouth azules y una ambulancia modificada para traslado de personal, esperaban desde hacia varias horas, habían llegado en la oscuridad de la noche y el plateado amanecer los descubría como a fantasmales espectadores, nadie se movía, de repente a lo lejos asomaron las torres bajas de tres submarinos alemanes. se acercaron suavemente hasta encallar en la arena. El oficial encargado de recibirles bajó del camión y se acercó, de una de las torres salió por una llamativa puerta lateral un oficial, con rápidos saludos militares se presentaron y caminaron hablando en dirección al submarino que mas había avanzado sobre la playa, el oficial del ejercito argentino hizo una seña y los autos arrancaron de inmediato, a manera de los nuevos aviones se abrió la proa del U-boat y comenzaron a bajar los personajes. Desde el Mercedes gris, Evita no podía cree lo que veía: se acercaban hacia ella cuatro hombres gemelos, exactamente iguales, pero al verla, se detuvieron en seco, el joven oficial argentino a cargo, se dirigió a ellos y les dijo con tranquilizadora voz y en perfecto alemán que quien les esperaba era la Señora del General Perón. Uno de los hombres, cuya fría mirada hacia parecer tibia la gélida mañana miro a los ojos de Eva y con una leve mueca le saludó. ..Señora, saludos a tu esposo.
Luego ellos, otras personas, y una familia subieron a los Plymouth y  partieron rápidamente con destino a Gallegos, luego saltarían a Ushuaia, a la Tierra del Fin del Mundo, Eva nunca más vería al Fürher.
En la solitaria playa, los oficiales trasbordaron a los camiones todo el cargamento de dos submarinos, y cuatro encapuchados, el tercer submarino  se transformo rápidamente en un gigantesco y pesado transporte anfibio dejando sobre las playa sus atributos marinos, incluido su morro, torre y cola. Luego los primeros volvieron al mar arrastrando los restos de su compañero hacia su destino final, y la caravana partió.

Eva quedo muy decepcionada con aquel encuentro en las playas del sur, Perón trato de calmarle pero todo era imposible, finalmente después de un fugaz viaje a Ushuaia, acordó con ella revelarle el secreto más importante del Tercer  Reich.
El matrimonio ya había viajado al sur, para conocer personalmente el proyecto atómico argentino, en la isla huemul, conocieron las distintas edificaciones, tanto las conocidas como las secretas, pero no llegaron hasta el último recinto, el propio Perón ni lo menciono. Pero ahora debía confesarle a su Eva la verdad más misteriosa y oculta del Reich, y para ello la envió a un viaje especial a Bariloche.
Allí fue recibida por el Dr. Richter. Eva, una de las pocas personas que sabía con certeza de la inversión millonaria (cercana a unos actualizados quinientos millones de dólares) que se había hecho en este lugar por orden directa de Perón, esperaba encontrar una repuesta satisfactoria a su curiosidad. Pero las construcciones no la convencieron, no quiso ni reparar en ellas ni en los experimentos que allí se hacían, quería ver el “secreto”, llegaron a un insignificante galpón fuera del perímetro arbolado,  entraron a una pequeña oficina y descendieron por un montacargas al pasillo inferior, en el cual cabía perfectamente una gran locomotora, y con una longitud de casi doscientos metros, su inclinación bastante marcada obligaba a sostener el paso, la iluminación era tenue pero total, al final de este entraron por una puerta levadiza a un impresionante ascensor, bajaron varios metros, era imposible saber cuantos, al final se abrió la puerta y pasaron a un deslumbrante salón, Eva que casi no había dirigido mas que algunas palabras de cortesía a su anfitrión, tuvo una pequeña exclamación de sorpresa: la sala era un cubículo de mas de una hectárea con una iluminación que hacia palidecer al sol, albergaba la mayor colección de obras de arte y “curiosidades” de todo el planeta, libros, manuscritos, obras tan antiguas como el hombre, una veintena de personas restauraba, copiaba y catalogaba todo esto. Ellos casi no repararon en su presencia, Para Eva, esto era un insulto, aún así recorrió todo eso sin inmutarse, pero su impaciencia apuró su visita, sabía que esto era solo la cáscara de lo que ella quería conocer, pidió seguir, Richter, le acompaño hasta un pasillo cercano al ascensor con escalinatas amplias y descendieron hasta un nivel mas profundo, aquí un grupo grande de personas trabajaban en pequeñas islas, luces, pizarras, cubas humeantes, puentes grúa, una tecnología increíble, tal vez allí se aunaban los cerebros más importantes del planeta, pero esto tampoco le impresiono, buscaba algo más importante. ¡Sigamos!, Ordenó,  pero Richter, se negó, - no hay más nada – replicó. Eva se endureció, Escúcheme usted, le imperó, yo no he venido aquí para pasear por un museo ni para ver un grupo de medicuchos, todo esto me aburre, ¡sigamos o mañana Ud. Estará frente a un pelotón de Judíos! Esta vez entraron en un pasadizo secreto, solo el Dr Richter conocía la forma de seguir adelante, un solo error y la montaña se desmoronaría sellando el acceso a la cúpula,. tras sortear una puerta “muro” inexpugnable, entraron a una gran gruta de por lo menos 30 metros de diámetro por 10 de alto y dentro de ella un cubo cuyas medidas no sobrepasaba los 4 metros de lado,  y no más de tres metros de altura, pero su mayor merito era ser de... ¡oro!. En realidad era una construcción de hormigón recubierta de pesadas láminas de oro, procedentes de los lingotes que habían abarrotado tiempo antes los pasillos de la Casa de la Moneda, al acercarse Richter transpiraba, existía una pequeña ventana de vidrio con varias capas de laminado en oro transparente que permitía ver hacia adentro, con un ademán le cedió el paso a la Señora y esta se acerco despaciosamente, adentro se veía un cofre pequeño también de oro, resaltaban arriba dos seres alados sentados frente a frente tocándose con la punta de sus alas, y en un arnés especial a su lado una vara, un bastón tosco, un vulgar pedazo de madera, Eva miró sin entender mucho todo esto, nunca había prestado demasiada atención a lo que el general le había contado sobre estas cosas... ¡Ábrame y retírese! Le impetó a Richter, No le aconsejo que haga esto señora, pero puede Ud.  entrar, no está cerrado con llave. Richter salió de la cámara obedeciéndole.
Eva no reparó en cuatro hombres que desde un oscuro rincón le miraban, empujo la puerta y esta se corrió pesadamente, sus manos recorrieron suavemente la reluciente superficie del arca, los seres parecían tener vida, miro la vara de madera, el cayado parecía estar suspendido en el aire, entre los querubines una luz procedente de ningún lado comenzó a brillar, los ojos de Eva ya no miraban, sus cabellos se soltaron y flameaban sobre su cabeza, quiso moverse pero estaba suspendida en el aire, un grito salió de su boca pero nadie le escucho, perdió el conocimiento. Cuando despertó estaba extendida a lo largo sobre el alfombrado piso, sus fuerzas le habían abandonado, con un esfuerzo sobrehumano salió del cubículo, cerro la puerta, su boca estaba seca, su cuerpo le quemaba.

Ante la muerte de Eva Perón, la palabra cáncer se convirtió para sus partidarios en una blasfemia y para sus contrarios políticos en un castigo divino. Pero la fulminante enfermedad catalogada en aquel entonces como cáncer, fue el resultado de la conjugación de un poder político sin precedentes, una curiosidad sin límites, y un misterio bíblico de poderes inimaginables. Murió a causa de una exposición a un tipo de radiación desconocida que emanaba de una reliquia religiosa obtenida por el Reich. Ella lo sabía y antes de morir, casi en delirio, le contó a su confesor que había visto a Dios cara a cara, el religioso interpretó que lo había visto en “los ojos de su pueblo”, pero al igual que aquellos Filisteos del Libro de Samuel, o de Uzza cuando simplemente quiso sostenerla, Eva sello su destino al tocar el Arca.
Poco antes de morir la Sra. Eva Duarte de Perón, Se producía el verdadero deceso del Führer. Solo, totalmente loco, perdido en la adicción a las drogas heroicas, era solo un fantoche delirante, el sabía que su lucha había sido contra el pueblo escogido, había buscado en todo el mundo el arca del pacto y la había encontrado, la trasladó por todo el mundo, pero de nada le había servido, había obtenido también el cayado, (aunque dudaba de su autenticidad), y hasta último momento busco la Excalibur y el Santo Grial, reliquias inexistentes, pero que le permitieron vivir en la opulencia a muchos jerarcas nazis durante años.
Quienes compartieron sus últimos momentos decidieron su escape de este mundo por una simple cuestión de supervivencia, aquel joven amante del führer, ya en ese entonces oficial y sucesor de lo que quedaba del imperio nazi, le proporciono el último de los pinchazos que no contenía el cóctel habitual. En su deplorable estado el Führer murió instantáneamente.

Al comunicársele esto, el General Perón sintió un gran alivio, sus contactos con los jerarcas nazi, ya casi eran inexistentes. Había cobrado por los servicios prestados, una fortuna inconcebible, casi la mitad del oro nazi reposaba seguro en una cuenta de nueve dígitos de un banco suizo a la que solo él tenia acceso, pero aún quedaba una cosa: concluir el “proyecto huemul”.
Los jerarcas que lograron escapar y quedar a salvo, encontraron en distintos puntos del país una residencia bastante confortable, lejos de la paranoia hitleriana, evitaban mantener contacto aún entre ellos, se convirtieron en repuesteros, pequeños industriales de impermeabilizantes, dueños de restaurantes, etc, cada vez que algún neonazi autóctono lograba contactar con alguno de ellos, le convencían que se habían equivocado de persona, ellos eran solo marineros que vinieron en el Graaff Spee, ninguno quería recordar su pasado, algunos hasta afirmaron haber estado “poseídos” por el fürher, la mayoría de las obras de arte ya habían sido vendidas en el mercado negro para pagar los tremendos gastos que implicaba mantener el III Reich en el exilio, incluida por supuesto la protección estatal.
Los cerebros y sus proyectos se fueron desarticulando a medida que estos fracasaban o necesitaban inversiones que excedían a las que el gobierno argentino podía apoyar, los científicos y sus ayudantes fueron transferidos a proyectos viables en varias provincias del interior argentino, poco a poco desaparecieron dejando sus lugares vacíos.
En el bunker de Bariloche solo Von Richter (ó Joseph Goebbels como a esta altura queramos llamarle) quedaba a cargo de proyecto Huemul, en realidad una pantalla de la verdadera actividad: el estudio científico de la reliquia hebrea, y su enorme poder, pero ya no quedaba tiempo, el mismo Perón había desactivado el proyecto y no le había recibido. La muerte de Hitler le había convertido en el Führer, un pequeño grupo de oficiales leales le secundaba. Aún quedaban importantes obras de arte y mucha documentación de valor histórico incalculable, el movimiento podía continuar, Si Perón les apoyaba (y para eso le esperaban), se comenzaría a reorganizar el IV Reich desde la Argentina.

A la mañana muy temprano arribaron a la isla los primeros hombres del gobierno, y ocuparon posiciones clave, en las afueras del complejo, en donde precisamente se había desarrollado el verdadero proyecto huemul, la seguridad de Perón era tal vez excesiva, pero se temía por su vida, casi al mediodía llegó la comitiva que conducía al General Perón, los oficiales alemanes vestían sus mejores galas, Goebbels sabía que se hallaba ante un presidente, pero ahora siendo él Führer, Perón solo era un súbdito suyo. Este era un momento muy especial.
Cuando reconocieron que quien vestía el uniforme del General, no era Perón sino un doble, fue demasiado tarde, casi desarmados, ninguno llego a desenfundar su luger, no hubo prisioneros. El comando tomó el lugar y comenzó a bajar una cantidad enorme de cargamento, descendieron, el escuadrón de demolición desactivo el ascensor en la mitad de su recorrido, en los siguientes dos días habían concluido la tarea, arrasaron la pequeña construcción,  activaron un seguro sistema de detonación automático y partieron.
Un largo temblor de regular intensidad sacudió la tranquila aldea casi alpina de San Carlos de Bariloche, perturbando la tranquilidad de los cerrados habitantes austriacos y alemanes de la zona.
La explicación que se dio a los nazis influyentes que vivían en otros países fue que un fallido experimento atómico desmoronó el bunker, terminando con todo lo que allí había. En realidad muerto Adolf Hitler y Goebbels, concluía el nazismo ortodoxo. Nadie solicitó información adicional, ninguno de los sobrevivientes estaba dispuesto a proseguir con aquella locura, para ellos todo había terminado. Para Perón también los lazos se cortaron, la larga pesadilla también finalizaba, fuere lo que fuese que había en lo más recóndito del bunker, había matado a su Eva.

Jose Antonio Balseiro se encargaría de decir "Mi experiencia de trato con personas de formación científica y de criterios académicos me sugiere que actitudes tomadas por el Dr. Richter están lejos de ser interpretadas como las divulgadas excentricidades atribuidas a los hombres de ciencia. A esto debo añadir que en conversaciones mantenidas con el Dr. Richter sobre diversos temas de física ha mostrado, o un desconocimiento sorprendente en una persona que emprende una tarea de tal magnitud, o ideas muy personales sobre hechos y fenómenos bien fundados y conocidos."
Las obras abandonadas del reactor y otras, se fueron desactivando de a poco, Richter “desapareció” del complejo, alguien diciendo ser Richter aparecería tiempo después viviendo en una modesta vivienda en monte grande, totalmente loco nadie le presto atención.

A más de 200 metros de la superficie, la bóveda tembló pero solo algunas rocas cayeron sin causar ningún daño, los cuatro hombres de negro se miraron y rieron, las lagrimas corrían por su rostro, comenzaron a cantar y danzar en un lenguaje incomprensible, dentro del cubo el resplandor se hizo más intenso, uno de los sacerdotes entro al lugar y tomo la vara, al salir dijo unas palabras y golpeo una roca, primero la piedra se empaño, luego comenzó a humedecerse y broto un pequeño hilo de agua que creció hasta convertirse en una vertiente de agua clarísima, cuando ceso el resplandor el suelo alrededor del arca estaba cubierta de unas hojuelas doradas, Dios volvía a proveer agua y alimento a los suyos: El Mana caería allí, día a día hasta el momento de salir.


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